Santoña

El Monte Buciero da entrada a una de las bahías más majestuosas de Cantabria, protegiendo el Parque Natural de las Marismas de Santoña y la impresionante playa de Laredo.  Una ubicación estratégica, que convierte a Santoña en una gran población pesquera donde la industria conservera ha ido especializándose, sobre todo, en la anchoa del Cantábrico.

Desde principios del siglo XIX, con la incipiente creación de la dársena pesquera, se pusieron las bases para que Santoña se convirtiera en un referente de las conserveras. Primero, con la llegada de italianos a finales del XIX, que buscaban la costera del bocarte y sus salazones. Y, más tarde, con la creación de talleres artesanales y de grandes fábricas de conservas en aceite o en escabeche, Santoña se convirtió, a mediados del siglo XX, en uno de los más importantes puertos y centros conserveros de la costa española. Aunque esta actividad ha ido en declive en los últimos treinta años, sigue quedando una importante tradición conservera que ahora les presentamos de manos de tres productores.

Arrancamos con Conservas Catalina, una moderna y reducida conservera artesanal que se ha especializado en la anchoa del cantábrico en salazón y en aceite de oliva, como la anchoa premium. Reconocida en 2014 y 2015 como “mejor anchoa de Santoña” por la Cofradía de la Anchoa, de esta casa también hemos seleccionado sus láminas de  bonito en aceite de oliva y su ventresca de bonito en aceite vegetal.

Vecinos de estos, puerta con puerta, se hallan Conservas Angelachu. Otra joven familia dedicada a la conservería artesanal, cuyas instalaciones datan de finales de los años noventa, pero herederos de una vasta tradición de cuatro generaciones de pescadores y salazoneros. Desde aquí provienen tres especialidades que explican la variedad de productos que se conservan en Santoña: los boquerones en vinagre, el tronco de bonito del Norte en aceite de oliva y los relanzones en aceite de oliva, también conocidos como agujas. Una variedad de pescado azul, poco valorado comercialmente, pero muy sabroso.

Don Bocarte, la empresa creada en 1997 por José María Zorrilla, ha querido ir más allá en el mundo de la conserva pesquera y se ha adentrado en platos preparados. Con un packaging precioso y moderno, Don Bocarte desarrolla toda la gama clásica de conservas del Norte. Pero, además, despliega una amplia gama de arroces con pescados y otros productos, como la pata de pulpo cocido a la gallega -listo para cortar, templar, aderezar y consumir-, los bocartes a la cazuela -cocidos en una salsa de cebolla pochada con vino-, la excepcional y rarísima ventresca del atún rojo, o los jibiones del Cantábrico cocidos en su tinta.