A la familia Casado le gusta hablar de ‘tierras raras’ para referirse a su finca Quinta de Aves, en Campo de Calatrava (Ciudad Real). Y es que el paraje no puede ser más marciano: situado entre cerros de origen volcánico y lagunas. Una tierra privilegiada, donde los suelos de roca volcánica transmiten a los vinos características especiales, como en este Quinta de Aves Tempranillo 2018. Un monovarietal nacido de cepas viejas que ofrece un perfil diferente de la tempranillo. Es además un tinto divertido, muy frutal y con una boca muy conseguida.

Quinta de Aves es una bodega familiar que ya cumple tres décadas de trayectoria. Su finca de 500 hectáreas se ubica en una de las pocas zonas sísmicas del país, a 700 m de altura en Campo de Calatrava, sobre tierras de origen volcánico y lagunas, paso de aves migratorias de más de 100 especies, de ahí su nombre. Una tierra muy diferente de la llanura manchega. La tempranillo, variedad característica de la finca, crece en valiosas cepas viejas de más de 50 años de antigüedad, que ofrecen pequeñas producciones con mucha concentración y calidad.
De estas viñas nace Quinta de Aves Tempranillo 2018, elaborado con uva seleccionada a mano. La vendimia se llevó a cabo durante la noche, con el fin de conservar la máxima frescura en las bayas y mantener íntegros sus aromas. Disfruta ahora de un tempranillo distinto, con toda la identidad de los vinos volcánicos y los ingredientes necesarios para gustar a todos. Madurado sobre sus propias lías, muestra un perfil marcadamente frutal, con una boca sabrosa, carnosa, madura y golosa.
Quinta de Aves, tierras raras

Quinta de Aves (1990), la bodega de la familia Casado, se centra en la elaboración de vinos de pago. Todo el proceso productivo se desarrolla en la finca que da nombre a la bodega: Quinta de Aves, ubicada en Campo de Calatrava (Ciudad Real), a 700 m de altitud, donde se encuentran tierras de origen volcánico cuyas propiedades otorgan a los vinos un carácter muy especial. Criterios de selección en campo y en bodega, aunando tecnología y tradición, y un especial interés por interpretar la complejidad de los suelos de la finca conforman los ejes de su filosofía. Por otro lado, la familia Casado se ha rodeado de los mejores expertos: cuenta con la asesoría de José Ramón Lisarrague, experto en viticultura; mientras que la dirección técnica corre a cargo de Pablo Ossorio, destacado enólogo a nivel internacional.
La finca Quinta de Aves tiene una extensión de 500 hectáreas, 75 de ellas dedicadas al viñedo, y alberga plantaciones de uvas autóctonas, como tempranillo o moscatel; y de variedades internacionales como syrah, cabernet franc, chardonnay o sauvignon blanc. Destaca el valor de sus cepas de tempranillo (llamada cencibel en la comarca), con más de 50 años de antigüedad y cultivadas en vaso y en secano. Quinta de Aves produce 550.000 botellas anuales, y la mitad de ellas se destinan al mercado internacional, fundamentalmente a Europa.

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