El sector vinícola sigue cuestionándose todo cada día, buscando argumentos de valor que mejoren la oferta. Algunas denominaciones, como Priorat, Bierzo y Rioja, han abierto un nuevo camino con la creación de categorías de zonificación que hacen referencia al origen de las uvas. Así, más allá de las clásicas categorías de envejecimiento (Crianza, Reserva y Gran Reserva), los vinos de estas denominaciones ya pueden lucir la nueva nomenclatura en sus etiquetas, resaltando en qué municipio crece la uva, de qué paraje son los viñedos o de qué viña en concreto proceden los frutos.

A finales de 2019 llegaron al mercado los primeros vinos de la D.O.Ca. Rioja con la mención de ‘Viñedo Singular'. La D.O.Ca. Priorat fue pionera con la categoría de ‘Vi de Vila' en 2007, y hace unos meses presentaba las categorías ‘Vi de Vinya Classificada' y ‘Gran Vinya Classificada'. La D.O. Bierzo también ha aprobado las menciones Vino de Villa y Vino de Paraje.  “Todo el conocimiento que tengamos del ‘terroir' (suelo, clima, microclima y ecosistema de cada viña) es bueno y redunda en la calidad final de los vinos. En estas denominaciones, han dedicado mucho tiempo a estudios geológicos, de suelo y clima; y como resultado, categorizan y dividen el viñedo por su aptitud para generar calidad”, explica Jaime Bermúdez, Director Técnico de Vinoselección.

¿Cuál es el valor añadido? Pros y contras

Con estas nuevas menciones, los elaboradores ponen en valor el viñedo de un municipio, de un paraje o de una parcela concreta, es decir, de unidades geográficas más pequeñas que las denominaciones de origen. Al mismo tiempo, los consumidores reciben más información sobre el origen del vino a través de la etiqueta. Precisamente, algunas voces señalan que este plus de información complica el conocimiento del producto por parte del consumidor, y que sería conveniente caminar en el sentido opuesto: simplificando el mensaje. “Sólo los ‘muy entendidos' conocen su significado real en una primera fase”, señala Bermúdez.

Partimos de la idea de que una bodega decide elaborar una parcela o finca por separado cuando ésta tiene el potencial suficiente para otorgar un vino de carácter, con alma y calidad. Por supuesto, los consejos reguladores de las denominaciones de origen establecen requisitos para otorgar estas menciones: parámetros que certifiquen la calidad, como, por ejemplo, que se trate de viñedos equilibrados de vigor limitado.

Lo cierto es que esta zonificación permite el seguimiento en el tiempo de una zona muy determinada, y comprobar empíricamente, añada tras añada, si la calidad que se le otorga a un viñedo es real o no. “Tendremos que esperar mucho tiempo para verificar que la clasificación obedece a la realidad”, apunta el Director Técnico de Vinoselección. “Por otro lado, estas menciones casi siempre implican subidas de precios e inflación del precio de la materia prima, sobre todo en zonas pequeñas; y por tanto, subidas de precio en el vino que en ocasiones no están justificadas”, añade. En definitiva, aspectos muy positivos y otros no tanto se mezclan en esta nueva senda que ha generado y sigue generando debates dentro de las denominaciones de origen.

En otras latitudes…

En general, se alude a Francia como el país que ha inspirado esta nueva forma de categorización, donde los grandes vinos de regiones como Burdeos, Borgoña, Ródano y Alsacia están ligados a viñedos determinados. Sin embargo, encontramos grandes vinos de procedencia muy concreta en todas partes del mundo, como Italia o Portugal, que como ejemplo tiene la zonificación más antigua del mundo en el Douro, realizada por el Marqués de Pombal. Además, viñedos singulares para elaborar un solo vino también existen en Alemania y Austria. Y este modelo, que pudiera parecer una práctica del Viejo Mundo, se aplica en California, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia etc….