Cómo afecta la temperatura de servicio al vino: el sabor es un grado

¿Cuántas veces hemos oído que la temperatura de servicio es clave para apreciar un vino como es debido? ¿Pero sabemos por qué? Porque una temperatura por encima o por debajo de lo aconsejable cambia la percepción de sus características. Veamos:
-La potencia aromática. Si el vino está demasiado frío, disminuye la volatilidad y pierde intensidad aromática.
-Los taninos. Si servimos un tinto con crianza a una temperatura demasiado baja, nos parece que tiene un tanino duro en boca.
-El alcohol. La sensación del alcohol se potencia a mayor temperatura: si lo servimos a una temperatura elevada, el vino resulta más cálido; y al contrario, por supuesto.
-La acidez. Si rebajamos la temperatura, mayor sensación de acidez; y al contrario, a temperatura más elevada, sensación de baja acidez y vino más cálido.

Repasemos ahora las temperaturas de servicio recomendadas para los diferentes tipos de vino: (¡Recuerda que tomarlos ‘del tiempo’ es un falso mito!):
El cava y el champagne, al igual que los vinos blancos jóvenes, finos y manzanillas, los serviremos bien fríos, entre 7º y 9º C. Los blancos dulces y blancos con crianza agradecen un par de grados más: entre 9 y 11°, al igual que los rosados. Con los tintos de maceración carbónica, una temperatura correcta sería la de 14º o 15º C; los tintos jóvenes a 15-16° C; y los tintos con crianza, entre 16 y 18° C. ¡Procurad no sobrepasar los 18º C!

Como ves, no son matemáticas, hay una escala en la que nos podemos mover (grado arriba o abajo). Además, ahora que sabes cómo afecta la temperatura a la percepción de las características del vino (a su potencia aromática, sensación de alcohol, etc.) puedes aplicar trucos para adaptarlo a tu gusto o mejorarlo. Por ejemplo: tienes un tinto con mucha graduación alcohólica (15° de alcohol), y te parece demasiado fuerte, ¿qué puedes hacer? Pues lo sirves un poco más fresquito y listo.

Para saber la temperatura exacta a la que se encuentra el vino, encontrarás en el mercado varios tipos de accesorios, tipo termómetros. ¿Y qué hacemos si el vino está más caliente o más frío de lo recomendado? Muy sencillo: si está más caliente, sumerge la botella en una cubeta con hielo y agua (pero no te olvides de él: deberás controlarlo para que no se enfríe demasiado). Y si está muy frío, sólo necesitarás un poquito de paciencia: en 10-15 minutos a temperatura ambiente, el vino ya habrá aumentado 1 o 2 grados.

Ya sabes todo sobre la temperatura justa. Quizá hayas descubierto por qué ese vino que compraste como excelente te parecía tan duro o pesado. ¡Era la temperatura!

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