I. ¿Quién hay detrás del vino?
ALEJANDRO AZNAR

Alejandro Aznar es presidente de Bodegas de los Herederos del Marqués de Riscal desde 1994. Su familia, presente en el accionariado de la bodega desde hace 75 años, detenta la mayoría del capital, aunque también conservan participaciones otras familias fundadoras.
La historia de esta bodega se remonta a 1958. Elciego, en Rioja Alavesa, ha sido su sede desde entonces. La bodega está integrada en la Ciudad del Vino, impresionante destino enoturístico que alberga, además de las instalaciones originales –con sus posteriores ampliaciones y renovaciones- un hotel diseñado por Frank Gehry, un spa y dos restaurantes.

Marqués de Riscal embotelló los primeros vinos de Rioja en 1862. Se trataba de vinos elaborados mediante técnicas que el fundador de la bodega, Guillermo Hurtado de Amézaga, aprendió de Burdeos. Vinos que marcaron la pauta a los riojas modernos. Los premios no tardan en llegar: en 1895 logró el Diploma de Honor en la Exposición de Burdeos, siendo el primer vino no francés en conseguirlo, todo un hito. Herederos del Marqués de Riscal se ha mantenido en los más alto a lo largo de su historia, aplicando una sabia combinación de tradición, innovación y vanguardia. Otra de sus señas de identidad es el mimo al viñedo: cuenta con más 500 hectáreas de viñas en propiedad y otras 900 de proveedores, todas en Rioja Alavesa.

EL VINO. Una de las joyas de Marqués de Riscal es su Botellería histórica, una impresionante colección de vinos antiguos. Aquí siempre han existido vinos de bodeguero. Los más importantes RM (Reserva Médoc) en recuerdo del Médoc alavés. Y el XR (por extra reserva) que tiene una interesante historia: el enólogo, tras catar todas las barricas, marcaba las mejores con la palabra XR. El contenido de estas barricas especiales nunca se comercializó, pero durante más de un siglo sirvió de referencia para el trabajo del maestro bodeguero.

La etiqueta Herederos del Marqués de Riscal XR Reserva se estrenó con la añada 2015 como un homenaje a todos los maestros que han contribuido a forjar el prestigio de la bodega. Esta añada 2016 transita la misma senda de calidad. En su elaboración interviene la tempranillo (95%) y un toque de graciano, y tiene una crianza de 24 meses. Fino e intenso en nariz, complejo, muestra aromas de fruta madura y roja en sazón, notas especiadas (pimienta) y recuerdos de cacao, regaliz y tabaco rubio. En boca resulta equilibrado, sabroso, fino, con un paso elegante y fluido. Los taninos se expresan maduros y el final de gran longitud. Gran armonía.

II. ¿De quién es la obra reproducida en la etiqueta?
VINCENT VAN GOGH

Vincent Van Gogh nació en Groot-Zundert de Holanda en 1853, y es una de las figuras más relevantes del posimpresionismo, además de uno de los artistas más importantes de todos los tiempos. Su estilo fue tomado como ejemplo en el desarrollo posterior de varias tendencias, como el abstracto, fauvista y expresionista. Hijo de un pastor protestante, decidió dedicarse a la pintura en 1880. En París hacia 1886 descubre el impresionismo, movimiento que marcó su estilo. Sin embargo, los cuadros de Van Gogh no captan la luz difusa como los impresionistas, sino que su paleta es clara y optimista, y sus pinceladas largas y zigzagueantes. En febrero de 1888 se instaló en Arlés (sur de Francia) donde vivió en torno a 15 meses y pintó cerca de 300 cuadros. Seducido por la luz de esta localidad de la Provenza francesa, Van Gogh captura la luz del sol en sus obras, pinturas vibrantes y llenas de energía. En esta etapa también se aprecia la influencia de los grabados japoneses, con sus líneas esquemáticas. Fue también en estos años cuando la personalidad del artista se desequilibró hasta el extremo de cortarse una oreja tras una pelea con Paul Gaugin. Van Gogh fue enviado al manicomio en Saint-Rémy. Ya fuera, se suicidó de un disparo en 1890 en Auvers-su-Oise. Desgraciadamente, Van Gogh murió sin conocer el éxito y la trascendencia de su arte. Durante su breve carrera tan solo vendió una pintura.EL CUADRO. En “Los descargadores en Arlés” (1888) Vincent van Gogh retrata a personas descargando una embarcación en la orilla del Ródano en el momento de la puesta de sol, a contraluz. Arles y el Ródano fueron dos constantes en su obra. Es llamativa la manera en la que representa las plantaciones de la orilla con pinceladas verticales, cómo refleja la incidencia de la luz en el agua, y las pinceladas serpenteantes del cielo. En la obra también se aprecia la influencia de los grabados japoneses.