En el viñedo español conviven uvas locales con otras foráneas adaptadas al hábitat de nuestro país con mayor o menor fortuna. En este post repasamos cuáles son las cuatro variedades tintas autóctonas con mayor presencia en nuestras viñas, es decir, las más cultivadas.

TEMPRANILLO. Se trata de la variedad tinta más conocida y extendida en el viñedo español: la uva que ocupa el primer puesto en el ranking de superficie total de viñedo. Se trata de la uva más importante de regiones tan prestigiosas como rioja y Ribera del Duero; y con ella se elaboran muchos de los tintos que han situado a España en la élite del vino mundial.

La tempranillo se cultiva en distintas regiones del país gracias a su gran capacidad de adaptación, pero otorga vinos diferentes dependiendo del terruño. Por ejemplo, en Ribera del Duero esta variedad se ha caracterizado por otorgar tintos más potentes y carnosos que en Rioja. En general, se convierte en vinos equilibrados aptos para el envejecimiento.

Algo curioso es que esta uva adopta diferentes nombres según la región donde se cultive: cencibel en Castilla-La Mancha; tinta fina, tinto fino y tinta del país en Castilla y León; ull de llebre en Cataluña… Por otro lado, su nombre –tempranillo- hace referencia a su pronta maduración.

BOBAL. La segunda variedad más cultivada detrás de la tempranillo.Esta casta se concentra en la zona de Levante; por ejemplo, ocupa el 75% de la superficie de viñedo que acoge la D.O. Utiel- Requena (Valencia). Más allá de Levante, también se adapta a las mil maravillas a la D.O. Manchuela (Castilla-La Mancha). 

Esta variedad mediterránea y frágil se ha hecho un hueco entre las uvas rescatadas durante los últimos años para la elaboración de vinos de calidad. Se trata de una uva que ofrece vinos de perfil mediterráneo, con buenas dosis de frescura, cuerpo y estructura, con mucho color y aromas de frutas negras y especias.

Con la bobal se elaboran tintos jóvenes y tintos con crianza que muestran buen potencial de envejecimiento. Además, también se destina a la elaboración de frescos y frutales rosados.

GARNACHA. Encontramos cultivos de garnacha en casi todos los puntos de la geografía española, especialmente en regiones como Aragón, Cataluña, Extremadura, Madrid, Méntrida, Navarra, Rioja… La garnacha es, junto a la tempranillo, la uva española más conocida en el mercado nacional e internacional.

Desgraciadamente, esta variedad, productiva y vigorosa, fue en las pasadas décadas menospreciada, lo que llevó la desaparición de viñedos viejos muy valiosos. Sin embargo, en la presente década la garnacha ha experimentado un gran auge, hasta el punto de convertirse en la ‘uva de moda'.

La garnacha se expresa de forma muy diferente en función de los suelos. En suelos ricos y valles fértiles, la garnacha muestra rendimientos muy altos, racimos grandes y compactos que pueden tener problemas para lograr una correcta maduración, ofreciendo vinos con una tendencia más oxidativa. Si se cultiva en suelos pobres y altitudes elevadas otorga rendimientos muy bajos y uvas pequeñas y concentradas que alcanzan la madurez polifenólica y son ideales para elaborar vinos de guarda.

MONASTRELL. Al igual que le sucedió a la garnacha, la uva monastrell fue durante años una variedad poco valorada, elaborada a granel y destinada a la mezcla con otras uvas para aportar color y grado. Afortunadamente, esos tiempos quedaron atrás y hoy es una de las mejores uvas tintas de nuestros viñedos. Una gran uva autóctona que  reina en las regiones mediterráneas, principalmente en la Comunidad Valenciana y Murcia.

Se trata de una casta perfectamente aclimatada a estas tierras de baja pluviometría, capaz de resistir las épocas de sequía. Una uva de maduración tardía que se caracteriza por transformarse en tintos con poderosa estructura y alta graduación alcohólica. Con la monastrell también se han elaborado tradicionalmente interesantes vinos dulces.