A ti, amigo cervecero que renuncias a disfrutar del vino, te animamos a seguir este sencillo camino de tres niveles y destino a un nuevo y maravilloso abanico de sensaciones. Veamos los candidatos ideales para iniciarte por los mundos de Baco.

Lo primero es tirar por la ventana todos los prejuicios. Beber vino no es de señores mayores, ni elitista, ni necesariamente caro ¡Estamos en el país con la mejor relación calidad-precio del mundo!

Para que tu acceso al universo vinícola sea fluido, te proponemos empezar a degustar vinos blancos, después rosados y más tarde tintos de maceración carbónica. Una escala ascendente en graduación y sensaciones.

PASO 1. Beber vinos blancos

Empezamos con los blancos porque son vinos suaves, ni tánicos ni astringentes (no raspan). El albariño es un blanco de acidez vibrante, con recuerdos cítricos y de fruta de hueso como melocotón, albaricoque, además de ecos florales.

El verdejo se caracteriza por su toque herbáceo, ecos de pera y manzana, y un final ligeramente amargo que puede hacer feliz a los amantes de la cerveza.

Si te encantan las frutas exóticas es habitual encontrarte sus recuerdos en un blanco elaborado con la uva sauvignon blanc.

En un chardonnay con crianza encontrarás más peso y untuosidad en boca, notas de fruta blanca (manzana y pera) y cítricos, y también notas de mantequilla, vainilla y tostados. ¡El mundo de los blancos es un universo tan amplio!

PASO 2. Beber vinos rosados

Los rosados son también vinos suaves pero con los matices aportados por los taninos de las uvas tintas. Refrescantes, de cuerpo medio o ligero y acidez viva, suelen desplegar matices de diversas frutas: fresa, cereza, mora, frambuesa, arándanos, pera, manzana, grosella, albaricoque…

PASO 3. Beber tintos de maceración carbónica

Disfrutarlos es casi como beber uva. Los tintos elaborados mediante el método tradicional de maceración carbónica son los más primarios, vinos explosivos que enganchan con su carácter refrescante y chispeante.

Estos tintos jóvenes son los primeros en salir al mercado y nos traen la primera versión de la última cosecha, en este caso, la 2022. Con mucha potencia frutal, poco extracto, una graduación alcohólica no muy elevada, accesibles y placenteros. Son muy aromáticos pero suaves en boca, nada ásperos. Y se toman ligeramente más fríos que un tinto normal, a uno 14 ºC.

Después, continúa descubriendo los tintos con crianza, pero empieza con crianzas ligeras. Poco a poco puedes ir adentrándote en el universo de los tintos con mayor envejecimiento: son vinos con más estructura y complejidad.

Para bebedores de refrescos y amantes de lo dulce

Si te encantan las bebidas con un componente dulce, decántate por los vinos de moscatel de grano menudo o de moscatel de Alejandría, variedades mediterráneas con mayor carga de azúcar que se traducen en vinos golosos, untuosos, dotados de perfumes de miel, florales (azahar, rosas), cítricos como la naranja o mandarina y frutas maduras, como Enrique Mendoza Moscatel de La Marina 2022.

0% alcohol

Si lo que no quieres es beber alcohol, tienes los vinos con 0%. La diferencia con un vino normal es que después de la fermentación se realiza una extracción del alcohol, aplicando diferentes métodos según la bodega. Se trata pues de una bebida que deriva del vino: un vino desalcoholizados, con un bajo contenido en azúcar y un escaso contenido calórico.

Los podemos encontrar en versión tinto, rosado, blanco, espumoso o ‘frizzante'. En su inmensa mayoría son vinos jóvenes; expresan frescura y notas frutales. Pero también existe alguno con crianza. Entre los referentes de calidad de los ‘vinos sin alcohol' encontramos la gama WIN de Bodegas Familiares Matarromera.

En definitiva, no tenemos la fórmula mágica, pero si sigues estos pasos es probable que acabes amando el vino. Lo más importante es que pruebes mucha variedad. Probar y comparar, el método empírico de toda la vida 😉 Y no te cortes en intercambiar opiniones.