Garnacha: la uva que salió del letargo para triunfar

España es la cuna de la uva garnacha tinta, variedad típicamente mediterránea y una de las que mayor superficie ocupa en el mundo, con cerca de 200.000 hectáreas plantadas. En nuestro país, ocupa el tercer puesto en el ranking de superficie total de viñedo, detrás de la tempranillo y la bobal. Encontramos cultivos de garnacha en casi todos los puntos de la geografía española, especialmente en regiones como Aragón, Cataluña, Extremadura, Madrid, Méntrida, Navarra, Rioja… Pero más importante que la cantidad, es la calidad: la uva garnacha le disputa el protagonismo a la tempranillo a la hora de elaborar grandes tintos en nuestro país; y ambas, por lo general, son las uvas más conocidas en el mercado nacional e internacional.

Es notable el auge que ha experimentado la garnacha desde hace poco más de un lustro, recuperada para los vinos de alta calidad al ser tratada como se merece. Desafortunadamente, esta uva productiva y vigorosa fue durante tiempo denostada en nuestro país, desapareciendo viejos y valiosos viñedos. Tuvo que ser alguien de fuera, el gurú Robert Parker -el crítico vinícola más influyente de la historia- quien hiciera captar el interés de buena parte del sector español sobre esta uva. La cata magistral que Parker realizó en Winefuture-Rioja en 2009 dedicada exclusivamente a vinos de garnacha de distintos países fue clave en su resurgir. “He elegido esta uva porque creo que es una de las variedades más interesantes del mundo”, apuntaba el crítico norteamericano. Poco después, en 2010, todos se sorprendían al ver cómo un desconocido vino elaborado en Ávila, El Reventón 2008, se llevaba nada más y nada menos que 97 puntos en la lista de la prestigiosa publicación de Parker, “The Wine Advocate”.

El Reventón era un tinto concebido en la Sierra de Gredos, donde se tocan las provincias de Ávila, Madrid y Toledo. También en la Sierra de Gredos, zona histórica del cultivo de la garnacha, se sitúa un proyecto que ha elevado a altas cotas de calidad a esta uva: la joven bodega Jiménez-Landi. Al margen de concentraciones y potencias, los Jiménez Landi se han centrado en mostrar el perfil más fresco, elegante y sutil de la garnacha. Y pronto le llegó el reconocimiento internacional: las altas puntuaciones otorgadas por Robert Parker harían que esta pequeña bodega de producciones limitadas triunfara antes fuera que dentro de nuestro país, con vinos como Piélago, Ataulfos y The End.

Por otro lado, Aragón siempre ha sido territorio garnacha, con más de 15.000 hectáreas de esta vinífera. En una de sus denominaciones, la D.O. Calatayud (Zaragoza), se encuentra Bodegas Ateca, autora de algunos de los mejores garnachas, como Atteca Armas 2011, donde la madurez y la complejidad se unen a una magnífica en barricas de roble francés. Un tinto poderoso, profundo, con una magnífica estructura y una espectacular calidad táctil en su paso de boca.
En Cataluña, en la pequeña D.O. Montsant (vecina del ), se diseña otro de los vinos de garnacha que mira de tú a tú a los mejores del mundo: Espectacle 2010, fruto de un viñedo imposible y centenario cultivado sobre la ladera de un risco del Montsant catalán. Desde su aparición en 2004, Espectacle ha conseguido el aplauso de la crítica: 99 puntos Parker para la cosecha 2004; «Vino para la historia» en los Premios Sibaritas 2008 de Peñín para la cosecha 2005… Y esta cosecha 2010: 98 puntos en la Lista Parker de los Vinos Catalanes.

Por su parte, en La Rioja la garnacha se emplea complementando a la tempranillo por sus características aromáticas y cuerpo, y también da vida a interesantes monovarietales.

Uva con certamen internacional propio
Al igual que la tempranillo -con su certamen Tempranillos al Mundo-, la garnacha cuenta con su propio concurso internacional: Garnachas del Mundo, que el 5 de febrero celebró su IV edición en Zaragoza. En esta edición, los garnachas españoles se impusieron claramente, acaparando más de la mitad de las medallas de oro. Uno de los vinos premiados fue Secastilla 2010, de Viñas del Vero, bodega altamente responsable de situar a la D.O. Somontano en el mapa vitivinícola mundial.
La autoría de Secastilla se debe al genial enólogo Pedro Aibar, quien en la pasada década de los noventa fijó su atención en unas cepas de garnacha muy viejas cultivadas en vaso y de bajos rendimientos situadas en el valle de Secastilla. Viñas del Vero confió en las posibilidades de estos viñedos viejos y altos -a 800 m de altitud-, que gozaban de unas condiciones bioclimáticas únicas. Tras varios experimentos, Secastilla salió al mercado con la añada 2001 y ya en su primera cosecha se convirtió en un referente.

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