Ritual vinícola: 6 porqués que dan sentido

Para maximizar el deleite que produce la degustación de un vino nos inundan todo tipo de consejos: servir el vino en la copa adecuada, a la temperatura adecuada… Pero, ¿cuántas veces te has preguntado los porqués?: ¿por qué la copa para tintos es distinta de la copa de blancos?, ¿por qué hay que tomar el vino a una determinada temperatura?, ¿por qué hay que airearlo o decantarlo? Todo tiene su porqué. Te recordamos las razones.

1-¿Botella borgoñona o bordelesa?
Los dos modelos más usuales en el mercado español son la botella bordelesa y la botella borgoñona. Habrás adivinado que se llaman así porque provienen de las regiones de Burdeos y Borgoña, respectivamente. La principal diferencia de ambas botellas radica en la forma de los hombros. La bordelesa los tiene más acentuados y elevados por un motivo funcional: los vinos de Burdeos (con mucho cuerpo) solían dejar sedimentos, y con este tipo de envase se conseguía que al servir el vino los sedimentos quedaran en los hombros y no llegaran a la copa. Sin embargo, en Borgoña los vinos tradicionales (elaborados con chardonnay o pinot noir) no dejaban sedimentos, popularizándose un tipo de botella con los hombros caídos.

2-¿El tamaño de la botella influye en el desarrollo de un vino?
Sí: no tiene la misma evolución un vino en una botella de 75 cl que en un mágnum (1,5 litros). La teoría nos dice que un formato mágnum puede alargar la vida de un vino más que una botella de 75 cl. ¿Por qué? En función del tamaño de la botella, la proporción oxígeno-líquido varía. Cuanto más grande sea la botella, la proporción de oxígeno en relación al volumen de vino será más pequeña (mismo oxígeno para más líquido), y por tanto, el vino envejecerá más lentamente y se conservará más tiempo. Por eso, el mágnum se considera un formato muy apropiado para los tintos con crianza capaces de evolucionar en botella varios años.

3-¿Por qué existen diferentes tipos de copas?
Las copas para vinos blancos son más estrechas que las de tintos. La explicación es muy sencilla: los blancos se toman más frescos, y una copa más estrecha ayuda a retener mejor el frío.
Para el cava y champán son muy comunes las copas flautas -especialmente delgadas-, que estos espumosos también los serviremos bien fríos (entre 7º y 9º C). Además, la copa flauta permite que se forme un rosario de burbujas uniforme y una corona más potente y concentrada.

Además, dentro de la tipología de copas utilizadas para tintos y blanco existe una gran variedad: copas con diferentes anchuras de boca, y es importante saber elegir. ¿Por qué? Porque el diámetro de la boca de la copa afecta a la percepción de los sabores. Por ejemplo, si tenemos una copa con la boca cerrada, tenemos que levantar mucho el mentón para poder beber; por el contrario, cuanto más abierta la copa, menos necesitamos levantar el mentón. ¿Y? Pues que si levantamos poco el mentón, el vino se dirige en primer lugar hacia la punta de la lengua, que es donde se perciben las sensaciones dulces. Por eso, para tomar blancos jóvenes (normalmente, vinos con una marcada acidez) se suelen usar las copas más abiertas. De esta manera, el vino llega directamente a la punta de la lengua, acentuando las sensaciones dulces; esto hará que percibamos un mayor equilibrio entre dulzor y acidez.

4-¿Por qué guardar las botellas tumbadas?
Al guardar el vino de pie, el corcho puede secarse. Si esto sucede, el aire se introduce y estropea el vino. Así que pon las botellas tumbadas: de este modo, el corcho permanecerá húmedo, en contacto con el vio. (De esta norma exceptuamos los vinos espumosos y algunos vinos blancos jóvenes que pueden exigir el mantenimiento en posición vertical).

5-¿Por qué un vino necesita aireación o decantación?
Los vinos se decantan por dos razones fundamentales: para que se oxigenen y para que a la copa no llegue ningún tipo de precipitación sólida. Normalmente se dan ambos casos en vinos que ya llevan mucho tiempo en botella como reservas y grandes reservas, vinos de larga crianza en general, algunos prioratos y mencías…, que desarrollan aromas de reducción y precipitaciones (son insípidas -solidificaciones de tartárico-, pero molestan al beber). También se encuentran estas precipitaciones en los vinos sin filtrar.
Cuando el vino se oxigena, los aromas de reducción desaparecen. Lo trasvasas a un decantador y lo tienes media hora como mínimo, procurando que no se caliente.

6-¿Por qué cada vino tiene su temperatura de servicio recomendada?
Si no lo servimos a la temperatura recomendada, cambia la percepción de los aromas y el sabor.
-Demasiado frío. Si sirves el vino a una temperatura menor a la recomendada, te parecerá menos intenso en nariz, ya que el frío disminuye la volatilidad. Por otro lado, también cambiará la percepción de los sabores en boca: si servimos un tinto con crianza a una temperatura demasiado baja, notaremos un tanino muy duro en boca. Además, la acidez es otra de las sensaciones que se acentúa con temperaturas bajas.
-Demasiado caliente. La sensación del alcohol se potencia a mayor temperatura: si lo servimos a una temperatura más elevada de la recomendable, el vino resulta más cálido y alcohólico.

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