Conocer el calendario de las labores del viñedo es ahondar en la historia de cada copa de vino. Mucho se habla sobre la vendimia, la fermentación, la crianza y el resto de factores que influyen en la calidad de esta bebida. Pero el esfuerzo comienza mucho antes.  

En el campo, mes a mes, los viticultores faenan para mantener en óptimas condiciones las plantas y sus frutos. Su buen hacer determinará la salud de las cepas, su rendimiento y, en gran medida, el perfil del vino resultante. 

Tareas mensuales en los viñedos en España 

En cada uno de los meses del año el viñedo requiere tareas específicas. En España, estos son los trabajos mensuales necesarios para el cultivo de la vid, aunque es importante recordar que pueden variar según la región en la que nos encontremos. Los distintos grados de humedad y temperatura adelantan o retrasan el ciclo vegetativo de las plantas y, con él, las faenas precisas para mantenerlas en perfecto estado. 

ENERO 

Con el frío de enero la cepa aparece desnuda, sin un ápice de verde. El paisaje del viñedo lo componen, en esos días, hileras de troncos pelados que duermen su letargo invernal. Es tiempo de descanso, aunque en los sitios más cálidos se puede iniciar la poda que prepara a la vid de cara a su despertar primaveral. 

FEBRERO 

Continúa la supervisión de cada cepa, podando si es necesario. A finales de mes se pueden empezar a plantar las nuevas vides. Es también un buen momento para analizar el suelo y calcular las necesidades de fertilización. 

MARZO 

A mediados del mes de marzo la savia comienza a moverse. Es la hora de preparar la viña para la brotación, eliminando cubiertas vegetales del suelo si hiciera falta.  

En el interior de la planta se están formando ácidos y azúcares que influirán en el sabor de la uva y, en consecuencia, del vino. El viticultor acabará de podar la viña —lo que se conoce como poda en verde— y aplicará los primeros tratamientos fitosanitarios para combatir plagas y enfermedades. 

ABRIL 

En los primeros días de abril el viticultor termina de limpiar las hierbas de las viñas, ata los sarmientos y selecciona cuáles se dejarán crecer para originar nuevos racimos. Con el aumento de temperaturas, se hace indispensable aplicar, si no se ha hecho ya, los productos antiplagas. 

MAYO 

Ojo, porque las lluvias en esta época no siempre llegan “como agua de mayo”. Hay que estar atentos, en este mes y el siguiente, al cielo. Habrá que procurar proteger a la vid de la lluvia excesiva mientras crece y florece.  

Este estadio es un buen indicador del volumen que tendrá la cosecha y de cuándo se podrá vendimiar. Cuantas más flores, más uva; cuanto antes florezca la planta, más temprana será la vendimia. Durante esta etapa de floración, si es necesario, se continúa con los tratamientos fitosanitarios. 

A finales de mes se suele proceder al despunte o recortado de los sarmientos. Se hace para frenar el crecimiento a lo largo de los sarmientos más vigorosos y favorecer el de los más lentos. 

JUNIO  

Es ahora cuando se desarrollan los racimos. Las flores ya se han transformado en frutos de color  verde intenso debido a su contenido en clorofila. Si son demasiados se puede hacer una “vendimia en verde”, que consiste en eliminar parte de estos racimos incipientes. A la acción de eliminar racimos o partes de ellos se la conoce como aclareo.  

También se debe hacer el desniete o, lo que es lo mismo, quitar los brotes no productivos (“nietos”) que salen en el sarmiento principal. 

JULIO  

El crecimiento de la uva es crucial en julio. Toca eliminar hojas para mejorar la exposición al sol y la ventilación y, si estamos cultivando en espaldera, enramar, esto es, colocar los pámpanos en vertical en los alambres para facilitar la mecanización. 

AGOSTO 

Durante el verano las uvas maduran y van dejando atrás el color verde para adoptar el que tendrán definitivamente según su variedad. Estamos en el envero.  

En algunas regiones se realiza un segundo aclareo para igualar el nivel de maduración de todos los racimos. Se eliminan los que están madurando por debajo  o por encima de lo deseable y se dejan sólo los de mejor calidad. El viticultor puede dejar estos racimos muertos a pie de cepa como abono natural.  

SEPTIEMBRE  

Y llegó la vendimia. La calidad de la cosecha depende, en gran parte, de saber fijar el día de su arranque. Para ello, los enólogos toman muestras a diario para conocer los niveles de acidez y azúcar de las uvas.  

Si los trabajos se han hecho bien desde enero, no suelen surgir problemas en este período. Pero cabe la posibilidad, si se ha padecido un exceso de humedad durante los meses anteriores, de que aparezca la temida botrytis, una enfermedad producida por un hongo que pudre la uva. Por eso es tan importante estar bien atentos y, si es necesario, adelantar la recogida. 

La vendimia es la labor más intensa del viñedo, sobre todo si se hace manualmente. Los recolectores cosechan la uva y la transportan hasta la bodega. Cuanto más cuidadoso sea el proceso mejor será el vino. Hoy en día muchas bodegas optan incluso por vendimiar de noche para evitar aumentos del grado alcohólico de la uva. 

OCTUBRE 

Tras la vendimia, es crucial cuidar la viña. Esto incluye las labores de limpieza del viñedo y la preparación para el siguiente ciclo.  

NOVIEMBRE 

Mientras que en la bodega ya se está a pleno rendimiento, en el campo comienza una nueva poda y el aporte de abonos que garanticen la reposición de los nutrientes del suelo. 

En esta fase también se aplica azufre para erradicar las posibles esporas de mildiu. 

DICIEMBRE 

La viña duerme hasta la próxima temporada, cuando la primavera reavive de nuevo todo su esplendor. 

La gestión de cada uno de los procesos a lo largo del año dará como resultado una buena cosecha con la que elaborar vino de calidad. Cada copa que bebemos tiene tras de sí el buen hacer de enólogos y bodegueros pero también, no lo olvidemos, la entrega de los viticultores en el campo a lo largo de las estaciones.