Meritxell Juvé (Sant Sadurní d'Anoia, 1984) es la cuarta generación de una dinastía con dos siglos de historia vitivinícola en el corazón del Penedés. Bajo la dirección de su padre, Joan Juvé Santacana, la saga extendió su actividad a la D.O. Ribera del Duero, donde comanda desde 2018 la bodega Pagos de Anguix (anterior Torres de Anguix).

Máster en Enología, Viticultura y Marketing del Vino, Meritxell ostenta el cargo de Consejera Delegada de la compañía familiar Juvé & Camps. Y se fija el objetivo no solo de continuar con el prestigio de la marca, sino de acrecentarlo: “El conformismo y la autocomplacencia no van con nuestro espíritu, y estoy convencida de que en un futuro se escribirán muchas páginas que ahora están en blanco sobre Pagos de Anguix y el resto de nuestras bodegas”, afirma.

En esta charla indagamos sobre su bodega ribereña, protagonista en febrero de las Obras Maestras de Vinoselección con el vino Pagos de Anguix Barrueco 2018.

VS. ¿Por qué eligieron la D.O. Ribera del Duero para expandirse y no otras grandes zonas?

Ribera del Duero es una denominación de origen de gran calidad y prestigio a nivel mundial, donde se elaboran grandes vinos por su singularidad en cuanto a clima, suelo y altitud.

Nosotros nos sentimos muy identificados con el espíritu de la Ribera más auténtica. Por ello, pusimos el foco en esta zona privilegiada de Anguix y Olmedillo de Roa (Burgos), con el objetivo de conseguir vinos frescos, de perfil muy atlántico y longevos. Es la zona denominada “el Diamante Dorado”.

Mi padre se enamoró del paisaje, de sus gentes y su ilusión, y, después de más de 10 años recorriendo viñedos y bodegas de la zona, en 2018 pudo concretar la compra de la bodega Torres de Anguix y 80 hectáreas de viñedo en esta zona. Nuestro patrimonio vitícola aporta una enorme solidez al proyecto.

VS. ¿Qué rasgos diferencian a la variedad tempranillo de esta zona burgalesa?

En Anguix y Olmedillo tenemos, además de una tierra ideal para el cultivo de la vid, una altitud envidiable. Todos nuestros viñedos están situados a unos 850 m. Las temperaturas muy frescas de las noches influyen de manera determinante en una maduración más lenta de la uva. Y esto es un dato muy positivo.

Por otro lado, controlamos mucho los rendimientos por hectárea para conseguir una uva excepcional. Quiero destacar nuestra firme apuesta por la viticultura ecológica y el respeto al medio ambiente, que también es seña de identidad en los viñedos que tenemos en el Penedés para la elaboración de todos nuestros cavas.

VS. Parece que corren nuevos aires por Ribera del Duero y que las bodegas se están orientando a buscar la elegancia y la frescura por encima de la potencia y estructura. ¿Cómo definiría el estilo de los vinos de Pagos de Anguix?

En Pagos de Anguix tenemos identidad propia y trabajamos ajenos a las modas imperantes del momento. Se trata de una firme apuesta por nuestra singularidad, nuestro sello, nuestra personalidad. A nivel técnico, trabajamos en la búsqueda de la excelencia, y consideramos que es compatible que un gran vino pueda exhibir de manera simultánea elegancia y finura junto a estructura y opulencia.

Por ello, en la elaboración queremos extraer los taninos más finos, nobles, receptivos, amables y civilizados, sin renunciar a las características que un consumidor espera de un vino de primer nivel de la Ribera del Duero: concentración y estructura, pero bien entendida. Y después entra en juego el tercer atributo que nuestros vinos poseen: la frescura como carácter identitario. Somos muy afortunados en ese sentido.

VS. ¿La expresión del lugar es más importante que las técnicas de elaboración?

Ambas realidades son muy importantes y directamente interrelacionadas. Tenemos muy claro que la calidad de un vino empieza en el viñedo, pero luego en bodega hay que saber vinificar y extraer el mejor potencial a esa uva seleccionada.

El equipo técnico de Pagos de Anguix, tanto en viticultura como en enología, está sincronizado y alineado para trabajar de manera coordinada. Se trata de manejar cada añada de la mejor manera, con criterios técnicos y también con la intuición y la sensibilidad que se requiere. El trabajo que se lleva a cabo en las vinificaciones y crianza de los vinos es muy concienzudo.

Nos sentimos muy orgullosos de haber iniciado un proyecto que, poco a poco, va tomando forma. Nuestro objetivo es posicionar a Pagos de Anguix en lo más alto, vamos por el buen camino y consideramos que tenemos todos los “mimbres” para ello.

VS. ¿Vinos parcelarios o de ensamblaje?

Nuestra apuesta es claramente por los vinos parcelarios. El terruño marca mucho y debemos aprovecharlo. Costalara, Barrueco o Prado Lobo son alguno de los parajes más representativos en Pagos de Anguix. Toda la uva se vinifica por separado.

El mercado percibe honestidad y autenticidad en nuestros vinos. Y es que lo que define nuestro proyecto es un viñedo único y una elaboración muy precisa, bien medida, en la que cada detalle cuenta.

VS. Sus viñedos están a una altitud media de 850 m. En este contexto de cambio climático, ¿qué importancia le otorgan al viñedo en altura?

Es de gran importancia. Esta altitud en el contexto actual es un privilegio y una excepcionalidad que no todos poseen. Nos aporta equilibrio entre grado alcohólico y acidez, pH bajos, armonía, elegancia y finura. La maduración es óptima. También somos muy precisos en la fecha de vendimia, que tanta influencia tiene en la calidad final del vino.

VS. ¿Algún próximo proyecto confesable en la bodega?

Estamos realizando mejoras técnicas y de infraestructura muy importantes en Pagos de Anguix, ya que consideramos que tenemos que ser perfeccionistas en todos los aspectos. Somos muy dinámicos y tenemos grandes ideas que podemos desarrollar en el futuro.