¿Por qué son tan valiosas las cepas viejas?
¿Por qué son tan valiosas las cepas viejas?
Tener viñas viejas es un lujo al que aspiran todas las bodegas. Su valor cotiza al alza, y cuanto más longevas, mejor. Cuando las tienen, es su argumento perfecto para posicionar y distinguir sus vinos. Por eso, cada vez vemos más vinos etiquetados con la expresión “Cepas Viejas”, “Viñedos centenarios”…
Pero ¿cuándo se consideran viejas? Normalmente, cuando superan los 30 años de antigüedad. A esta edad, las plantas ya están maduras: sus raíces tienen una expansión considerable y comienzan a reducir la producción.
¿Y cómo son? Las viñas viejas son cepas en vaso, es decir, tienen el sistema de conducción tradicional (con la excepción de Galicia, donde se encuentran viñas muy antiguas en emparrado). Tienen las raíces más profundas y el tronco más grueso, y producen menos racimos y uvas más pequeñas.
Las viñas viejas en vaso demandan una vendimia manual y un laboreo más costoso. Como además dan menos cantidad de uva, en otros tiempos se abandonaron por su baja rentabilidad.
Otros viticultores decidieron arrancarlas y apuntarse a la moda de las variedades foráneas (cabernet sauvignon, merlot…), sobre todo a partir de los 80. O apostar por las viñas en espaldera, un sistema de conducción más moderno que usa permite la vendimia mecanizada y, por tanto, el ahorro de costes.
¿Y qué pasó con esto? El patrimonio de viñas viejas en nuestro país se redujo mucho.
Un hito en la reivindicación de las viñas viejas se produjo a finales de los años 80, cuando un grupo de enólogos -entre los que se encontraba Álvaro Palacios– se establecieron en el Priorat atraídos por el valor de sus viñas viejas de garnacha y cariñena que crecían en suelos de pizarra. Con estas viñas olvidadas crearon vinos que compiten en la liga de los mejores del mundo, como L’Ermita.
La veteranía es un grado
Nuestro enólogo José Luis Casado, lo resume así: “Las viñas viejas, siempre que estén bien trabajadas, son sinónimo de calidad por su baja producción y rendimientos, además de controlar mejor la falta o el exceso de agua”.
¿Sabes lo que dicen de las viñas viejas? Que extraen la máxima expresión del terruño gracias a sus raíces tan profundas. Y como son menos productivas, las uvas tienen mayor concentración de color y polifenoles (antioxidantes presentes en la piel y en las pepitas de las uvas). Así que con ellas conseguimos vinos más complejos y con una estructura capaz de soportar largas crianzas.
Además, el tiempo ha convertido a estas plantas en grandes supervivientes, con una perfecta adaptación al medio y capacidad para regularse y recuperarse de inclemencias climáticas comosequías o heladas.
También es cierto que un vino top no siempre es de viña vieja. Para ser justos, hay que aclarar que no toda la viña vieja es buena ni toda la viña joven es peor. Aparte de la edad, el valor de las plantas depende de otros factores como la salud y su localización, es decir, la calidad del terruño, de la finca. También marca la diferencia la manera de elaborar de la bodega.