13 utensilios del vino para disfrutarlo como un profesional
Los utensilios del vino son esos pequeños artilugios que separan al mero consumidor del verdadero amante de esta bebida. Aunque baste con una botella y un vaso para tomarlo, cada uno de estos objetos completan la experiencia hasta convertirla en un verdadero placer. Y tú, ¿cuántos de estos artefactos tienes en tu haber?
El adminículo más indispensable de entre todos los utensilios del vino es, sin duda, el sacacorchos. Básicamente se trata de una espiral metálica que, accionada por un asidero, se introduce en el corcho para extraerlo haciendo fuerza hacia arriba.
Samuel Henshall fue el primero en patentar un sacacorchos en 1795, cuyo diseño era muy similar al actual en forma de T. Algo tan sencillo, sin embargo, se ha ido sofisticando con el tiempo y hoy existen muchos modelos. Uno de los más populares es el de alas, inventado por el vasco David Olañeta en 1932, realmente fácil de usar. Apoyando su base circular sobre la boca de la botella, se gira una anilla que va enroscando la espiral en el corcho. A la vez, los brazos o alas del descorchador ascienden. Basta bajarlas para extraer el tapón.
Aunque existen multitud de sacacorchos (de láminas, de rosca, de palanca y hasta eléctricos), el más eficaz y común en nuestros bares y restaurantes es el de dos tiempos. Su pata de apoyo permite hacer fuerza sobre el borde de la boca de la botella y sacar el tapón en dos pasos. Es plegable y suele traer una pequeña hoja para cortar la cápsula antes.
CORTACÁPSULAS
Si eres habilidoso, sujetando fuertemente la cápsula con el puño y girando la botella con la otra mano, lo normal es que se desprenda y puedas quitarla tirando hacia arriba. Pero es mucho más fácil hacerlo con un cortacápsulas. Con un sacacorchos de dos tiempos, lo más probable es que, como hemos visto, incluya cuchilla cortacápsulas y no te haga falta.
Un buen vino merece una buena copa de cristal fino, liso y transparente. Algunas marcas, como Riedel, disponen de múltiples modelos para distintos tipos de vino. Pero, elijas la que elijas, asegúrate de que está limpia y bien aclarada para no enmascarar los aromas del vino. Y recuerda asirla del tallo para no alterar la temperatura de servicio.
LITO
¿Te has preguntado alguna vez si ese trapo blanco con el que los camareros de postín sirven el vino tiene un nombre especial? Pues sí, lo tiene: lito. Con él se seca la botella si está en una cubitera con hielo y se evita que caigan gotas en la mesa al servir el vino.
ANTIGOTEOS
Con este mismo fin de preservar la mesa o el mantel de los goterones, existen varios dispositivos que se acoplan al gollete de la botella. Pueden ser láminas que se enroscan sobre sí mismas y se introducen dentro, recogegotas con forma de pico de jarra o aros que se acoplan alrededor de la boca. Cualquiera de ellos cumple idéntica función.
TERMÓMETROS
Cada vino tiene una temperatura de servicio recomendada. A grandes rasgos, los blancos jóvenes y rosados se suelen beber a unos 7 u 8 grados, entre 10 y 12 los blancos con barrica y de 14 a 18 los tintos, en función de su envejecimiento. Para comprobar si está a la temperatura correcta, nada mejor que un termómetro, uno de los utensilios más baratos y, paradójicamente, menos usados para el servicio del vino.
Junto a la práctica cubitera, inseparable del champán y de muchos blancos, contamos con otros accesorios para mantener fría la botella de vino, como son las “camisas” o fundas de gel, que guardaremos en el congelador y en las que embutiremos la botella después, o la varilla enfriadora, que introduciremos en el líquido previo paso, asimismo, por el congelador.
VINOTECAS
Es el armatoste estrella, y uno de los más lujosos, para cualquier amante del vino. Con estos armarios para vinos los mantendremos siempre ordenados y a la temperatura idónea. Los hay de todos los tamaños, desde ocho botellas hasta de capacidad industrial.
DECANTADORES
Si quieres degustar un vino en todo su esplendor, sobre todo si es viejo o muy tánico, decántalo. El recipiente ancho en el que se acostumbra a verterlo para airearlo y liberarlo del posible poso que pueda contener se llama decantador. Elige siempre uno de base ancha y cristal fino. ¿El modelo? A gusto del consumidor y, a ser posible, que encaje con el resto de cristalería y el estilo de la mesa.
AIREADORES
Su función es similar a la del decantador, pero no elimina el posible poso sólido, sino que se limita a oxigenar el vino. Se trata de un utensilio que se acopla al cuello de la botella o se sujeta con la mano entre ésta y la copa. Su función es que, al paso por su interior, el líquido se oree y libere sus verdaderos aromas. Los hay manuales o eléctricos y de múltiples diseños.
Cuando no se termina una botella de una sola tacada, es aconsejable colocar un tapón adecuado que evite que entre aire en su interior y se oxide el vino. Hay tapones bastante herméticos, en especial los diseñados para vinos espumosos.
Un utensilio para el servicio del vino con el que suelen contar los profesionales es la bomba de vacío. Mientras que el tapón sólo impide el paso del aire, la bomba extrae el que ya existe en el interior de la botella, permitiendo que el resto del vino que no hemos consumido se mantenga en excelentes condiciones.
El colmo del refinamiento en lo tocante a los utensilios para el servicio del vino es Coravín, un dispositivo que, “pinchado” en la botella, extrae el vino sin necesidad de descorcharlo y sustituye el volumen extraído por un gas inerte que impide la oxidación del resto. Fascinante… y caro.
De uno en uno o en estuches de varios accesorios combinados, todo aficionado que se precie debería contar en su hogar con, si no todos, muchos de estos utensilios del vino. Con ellos, el goce está asegurado.[1]
