Nuestros hábitos de consumo de vino en verano cambian ligeramente. Y es que cuando aprieta la canícula el cuerpo nos pide vinos más fresquitos y ligeros. Aquí van unos consejos para que tu relación estival con el vino sea totalmente satisfactoria.

La temperatura, primordial.

José Luis Casado, comprador de vinos de Vinoselección, destaca que lo primordial es tener en cuenta la temperatura de consumo. “No hay que tener miedo a pedir una cubitera para vinos tintos”, señala. Si estamos en un restaurante, lo más normal es que los vinos blancos, espumosos y rosados nos los sirvan directamente en una cubitera; pero no pasa siempre con los tintos; y no los vamos a disfrutar en su plenitud si su temperatura sobrepasa los 18º C.

Si la cubitera la preparas en casa, ponle más agua que hielo, y si tienes prisa, le añades un poco de sal: la sal derrite el hielo y así el agua se enfría más rápido. Pero ten cuidado y no te pases: si el vino está demasiado frío, sácalo y espera a que se vaya atemperando poco a poco.

Con las altas temperaturas veraniegas, las botellas –una vez fuera de la cubitera, la cava o la nevera- se calientan en poco tiempo. Una buena opción para mantener la temperatura óptima del vino en verano son las camisas de frío: la guardas previamente en el congelador; y después, la colocas alrededor de la botella.

Repasamos las temperaturas consumo recomendables: blancos jóvenes, blancos dulces y espumosos, en torno a los 8º C; si los blancos tienen madera (fermentación o crianza) están estupendos con un par de grados más, entre 10 y 12º C. Los rosados muestran sus mejores cualidades a una temperatura de entre 8 y 10º C. Los tintos jóvenes, como los maceración carbónica, a 14º C. Si son tintos con crianza, 15-16º C; y para los tintos más longevos, 17-18º C. Es importante no sobrepasar los 18º C.

Si no tienes cubitera, puedes recurrir al frigorífico, pero úsalo solo para alcanzar la temperatura adecuada: no mantengas los vinos dentro más de 1 hora porque sufrirán frío excesivo.

Los que más apetecen.

Para Casado, aparte de blancos y rosados del año, es una época ideal para las burbujas: cava, champagne, etc. Así como para tintos maceración carbónica.

Prueba los vinos autóctonos.

Si hay algo que caracteriza a una zona vinícola son sus uvas autóctonas. Prueba los vinos típicos del lugar. Por ejemplo, si vas a Ibiza, no pierdas la ocasión de disfrutar sus moscateles y malvasías, en versión dulce o en su versión más moderna: como vinos secos. Cada paisaje tiene sus tradiciones y merece mucho la pena descubrir la increíble diversidad del vino español. Además, la mayoría de las veces los vinos locales forman un magnífico maridaje con la cocina local, como esa simbiosis de albariño y marisco grabada en nuestra mente a modo tatuaje. Además, los vinos locales suelen tener buena rotación y, por tanto, los restaurantes te ofrecerán añadas actuales.

Si los llevas contigo…

Si sales varias semanas y llevas vino, cuando llegues a tu destino almacénalo en el lugar más fresco de la casa, en posición horizontal.

¿Y qué pasa durante el viaje?, ¿el viaje en coche afecta a los vinos? Lo mejor es que, si vas en coche, lleve los vinos dentro del habitáculo, porque en el maletero sufrirán temperaturas más altas, y ya sabes que el exceso de calor es muy perjudicial para los vinos (acelera su oxidación y acorta su vida). De hecho, si dejas el coche al sol con vinos en el maletero, puedes encontrarte un auténtico desastre, como que se haya salido el corcho.

Por otro lado, los movimientos bruscos tampoco son recomendables. Si has recorrido con botellas un camino de baches, el vino se ha agitado; y si tiene posos o sedimentos, te lo encontrarás turbio. Mejor espera un par de días antes de abrirlo.