Descubre todos los tipos de vinos espumosos que existen

Tipos de vinos espumosos: Diferéncialos y elige el que mejor se adapta a ti

¿Cuántos tipos de vinos espumosos conoces? Sin duda, el y el cava encabezan el ranking de celebridad, pero hay muchos otros espumosos en el mundo. Sus chispeantes burbujas son en todo el orbe sinónimo de alegría y celebración y los convierten en los vinos ideales para brindar en las ocasiones más especiales. Pero no todos son iguales, ni mucho menos. En función del sistema de producción, su origen geográfico, las uvas con las que estén elaborados y la cantidad de azúcar que contengan, encontramos muchos tipos de espumosos. ¡Descúbrelos!

¿Cómo se elabora el vino espumoso?

Los vinos espumosos, espumantes o de aguja son los que contienen gas. Sus burbujas pueden conseguirse añadiendo CO2 durante la elaboración, en cuyo caso solemos hablar de vino gasificado, o bien mediante una segunda fermentación en la que las levaduras producen este anhídrido carbónico al metabolizar el azúcar. Esta segunda fermentación se puede lograr por distintos métodos:

  • Método tradicional o champenoise: tomando como base un vino de baja graduación, por debajo de 11º, se le añade azúcar y levaduras y se embotella para permitir que se produzca la segunda fermentación. Tras reposar al menos 9 meses, las botellas se inclinan hacia el tapón y después el gollete se congela y se degüella para eliminar el poso sólido. Esa cantidad se repone con licor de expedición que puede contener una dosis de azúcar variable.

Es el tipo de procedimiento que se utiliza tanto para la elaboración del champagne como del cava. Las diferencias radican en la zona de producción y en las variedades de uva utilizadas, pero ambos presentan gran calidad y son muy valorados por los consumidores más exigentes.

  • Método transfer: de manera similar a como sucede en el método anterior, en éste la segunda fermentación también se lleva a cabo en la botella, aunque por un tiempo menor. El vino se trasvasa después a un depósito donde se filtra para eliminar el sedimento. Por este sistema se elaboran los espumosos alemanes conocidos como sekt. Elígelos por su singularidad para epatar a tus invitados amantes del vino.
  • Método Charmat (también conocido como Granvas y, en Italia, Martinotti): la segunda fermentación tiene lugar en un depósito de acero inoxidable. El vino se embotella después a presión. Así se obtienen, entre otros, los italianos prosecco y lambrusco.  Acostumbran a ser más económicos que el cava y el champagne, y de una calidad algo inferior. Sin dudarlo, opta por un prosecco para realizar tus cócteles más imaginativos.
  • Método ancestral: el vino se embotella durante el proceso de fermentación sin añadir levaduras ni azúcares, una vez en la botella la fermentación continua con la creación de CO2. Se consiguen así los Pétillant-Naturel (Pét-Nat). Si eres un fanático de lo natural, éste es tu espumoso.

Diferencias entre cava y vino espumoso

Aunque el cava y el champagne se produzcan de manera idéntica, sólo son primos lejanos, no hermanos gemelos. En primer lugar, sólo es champagne (champán) el espumoso que se elabora en la región francesa de Champagne, así que decir “champagne francés” es, además de una cursilada, una tautología. En esta D.O. se cultivan principalmente tres variedades de uva: Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier.

En España sucede otro tanto: sólo se puede llamar cava al espumoso procedente de la D.O. Cava, una denominación mucho más amplia que la francesa y que abarca territorios en Valencia, Extremadura y Valle del Ebro además de Cataluña, donde se encuentra su centro neurálgico: Sant Sadurní d'Anoia, en el Penedés. La Xarel.lo, la Macabeo y la Parellada son las tres variedades autóctonas que se han destinado siempre a la elaboración del cava, aunque están admitidas otras como la Pinot Noir, la Monastrell, la Subirat Parent, la Chardonnay y la Garnacha.

Otro rasgo diferenciador entre cava y champagne es el suelo. En la región de Champagne el suelo es ácido, en la D.O. Cava, especialmente en Cataluña, es calcáreo y arcilloso. Añadamos a la diferente localización geográfica y a las distintas uvas utilizadas una disímil meteorología. Mientras que en la Champagne el clima es continental atlántico, con grandes contrastes térmicos, en la D.O. Cava se disfruta un benigno clima mediterráneo, con inviernos suaves y veranos calurosos que facilitan la maduración de la uva y, con ello, no tener que añadir azúcar en exceso. Con tanta disparidad en las varietales, la localización y el clima, cava y champagne son bebidas distintas, a pesar de estar elaborados del mismo modo.

Una última diferencia es que los elaboradores de champagne mezclan vinos tranquilos de diversas añadas para obtener el vino base, práctica sin predicamento entre los productores de cava.

Otros tipos de vinos espumosos del mundo

Además del champagne en Francia, el cava en España, el prosecco y el lambrusco en Italia y los vinos sekt alemanes, se producen espumosos en muchos otros lugares. En Reino Unido y con la llamada “tríada del champagne” (Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier) se consiguen en la actualidad espumosos de calidad, especialmente en los condados de Sussex, Kent y Surrey. Encontramos también vinos burbujeantes en Suramérica, Sudáfrica, Australia y Estados Unidos.

Tipos de vinos espumosos según su dulzor

Atendiendo a la cantidad de azúcar que contienen, los espumosos suelen catalogarse, de menor a mayor cantidad, en:

  • Brut Nature (el más seco)
  • Extra Brut
  • Extra Seco
  • Seco
  • Semi seco
  • (el que más azúcar contiene).

El montante total de azúcar que define cada una de estas categorías varía en los diferentes tipos de espumoso (cava, champagne, prosecco, etc.).

Cómo catar un vino espumoso

Todos los vinos se catan en tres fases: visual, olfativa y gustativa. Pero en el caso de los espumosos, además, hay una fase “sonora”, interviene el oído junto a la vista, el olfato y el gusto. Por eso, lo primero que hacen los catadores al descorchar este tipo de vino es servirlo y “escucharlo”, agudizar el oído para percibir el sutil sonido de las burbujas que, con un poco de imaginación y poesía, nos permitirá tachar el vino de elegante, retraído, impetuoso, tímido u otros calificativos igual de sugerentes.

Para la fase visual colocaremos la copa levemente inclinada sobre un fondo blanco y consideraremos, como si se tratara de un vino tranquilo, la limpidez, el color y la intensidad cromática.

En la fase olfativa, este tipo de vino se huele primero a copa parada para percibir los aromas primarios que originan las varietales y después se mueve y se huele de nuevo para descubrir los matices secundarios y terciarios fruto de la fermentación y de la crianza respectivamente. El movimiento ha de ser más sutil que en el caso de los vinos tranquilos, puesto que el gas ya agita naturalmente el líquido.

Si nuestro espumoso está a la temperatura adecuada – entre 6 y 8 grados aproximadamente- nuestro paladar lo podrá apreciar bien al llegar la fase gustativa. Al contrario de lo que sucede con los vinos tranquilos no pasearemos el líquido por toda la cavidad bucal para evitar que el gas insensibilice nuestras papilas gustativas. Con un buen sorbo quieto en la boca calibraremos su sabor, intensidad, dulzor y persistencia, así como la sensación gaseosa (suele percibirse más carbónico en los espumosos jóvenes).

Finalmente, toca armonizarlo con la comida. Recuerda que los espumosos son tan polifacéticos que sirven para acompañar una comida de principio a fin. El carbónico te hace salivar y “pide comida”, limpiando además la boca de sabores entre plato y plato. Sólo tienes que elegir el que más te guste y verás que, como si de un little black dress se tratara, combina prácticamente con todo.

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