Vinos de ensamblaje: une y vencerás
El ensamblaje de vinos es el proceso de mezclar distintas partidas para obtener un mejor resultado. Cada una de ellas puede proceder de un tipo de uva diferente, o bien de una misma variedad pero de distintos viñedos.
Esta operación se hace antes de la crianza del vino en barrica, a media crianza o previamente al embotellado. El equipo de bodega definirá qué tipo de mezcla hacer y en qué momento realizarla mediante catas periódicas en las que determinará qué porcentaje de cada variedad o parcela formará parte del vino final.
Los vinos de ensamblaje resultantes suelen ser más complejos y sofisticados que los puramente monovarietales o provenientes de una sola parcela. Esto es así en la mayoría de las ocasiones, aunque no siempre. En la práctica, a veces los elaboradores recurren a estas mezclas para conseguir un producto más acorde a los gustos o tendencias del mercado, más “vendible”, pero con una personalidad menos definida.
Combinaciones ganadoras
Uno de los ensamblajes más afamados es la llamada “mezcla bordelesa”. Los grandes tintos de Burdeos tienen a la cabernet sauvignon y la merlot como uvas mayoritarias, pudiendo completarse el ensamblaje —en Francia, coupage o assemblage— con las otras varietales permitidas, que son cabernet franc, malbec, petit verdot y carmenere.
Otro caso representativo es el de la región de Champagne, donde, aunque encontremos monovarietales, lo habitual es que el champán se haga mezclando al menos dos viníferas de la famosa tríada formada por la chardonnay, la pinot noir y la pinot meunier. De hecho, en las mejores maisons no sólo se ensamblan variedades, sino también lotes de distintas añadas para obtener auténticas joyas enológicas.
En España sucede otro tanto con el cava, solo que el trío lo componen las uvas macabeo, xarel·lo y parellada.
Abundando en los vinos patrios, podemos presumir de los grandes tintos de ensamblaje protagonizados por la tempranillo en las dos zonas productoras más reconocidas internacionalmente, Rioja y Ribera del Duero.
Los porcentajes permitidos de otras variedades son diferentes para cada una de las dos denominaciones. En la D.O.Ca Rioja, aunque la tempranillo suele ser mayoritaria, se admiten otras uvas tintas como garnacha, graciano, mazuelo y maturana tinta, sin que el reglamento especifique porcentajes máximos o mínimos. En la D.O. Ribera del Duero, por el contrario, la normativa impone un mínimo del 75% de tempranillo que puede completarse con otras varietales, entre ellas la cabernet sauvignon, la malbec, la merlot y la garnacha tinta. Incluso se consiente un pequeño añadido de albillo mayor, una variedad blanca que aporta aroma y suavidad al vino tinto.
La unión hace la fuerza
Sea cual sea la región productora, y excepción hecha de las mezclas ideadas sólo para satisfacer paladares o tendencias, los vinos de ensamblaje tienden a presentar una mayor complejidad, fruto de las aportaciones que hace cada una de las partidas.
Las distintas uvas pueden contribuir con sus aromas y sabores y los distintos lotes permiten ajustar la acidez, los taninos y el alcohol para lograr un vino equilibrado y con una buena estructura. En vinos de grandes producciones, además, el ensamblaje ayuda a mantener un perfil homogéneo año tras año.
La mano experta del enólogo podrá conseguir a través del proceso de ensamblaje que el vino resultante tenga las características buscadas y una calidad que satisfaga al consumidor.