El nombre de las uvas y sus sinónimos
Según recogen los datos oficiales, el viñedo español reúne unas 400 variedades de uvas. Muchas de ellas son minoritarias, casi desaparecidas, pero cada vez más bodegas trabajan en recuperarlas. Este abanico varietal ocupa todo el espacio vitivinícola del país, y son numerosas las castas que pueden considerarse autóctonas. El hecho es que existen multitud de casos en los que uvas bautizadas con diferentes nombres según la zona, responden al mismo perfil genético.
Lo primero aclarar que aunque existan 400 variedades de uva registradas, no todas son conocidas. Y de algunas de ellas ni siquiera existen cepas en la actualidad. De hecho, en el catálogo nacional de variedades, documento del ministerio de Agricultura que se actualiza anualmente, las uvas autorizadas (con las que puede elaborarse vino) son 196 en este momento, de las que 95 son blancas y el resto tintas.
Explicado el dato y definida la cifra real, en el día a día del vino español no todas esas uvas admitidas se están empleando para elaborar, o no de manera mayoritaria, pues la producción de varias de ellas es limitadísima. Y es desde esta realidad de la que partimos.
Uvas habituales y las variables de su nombre
Sobre el tema ya hablamos hace unos meses. Las principales variedades de nuestro viñedo son la tempranillo, como uva tinta, y la airén la predominante entre las blancas dado que es la que mayor extensión ocupa. Es verdad que las acompañan otras cuya relevancia es importante. Ahí están las tintas garnacha, bobal, garnacha tintorera y monastrell; y las blancas verdejo y albariño, seguidas de la viura o la palomino.
Uvas a las que se suman otras tantas, en función del territorio de que se trate, y variedades que también pueden tener un nombre distinto dependiendo de ese lugar de procedencia. Es el caso de la tempranillo, nombre con el que se la conoce en gran parte del país, pero esta uva tinta tiene otros tantos nombres en diversas zonas. Dicen que suma como mínimo 80 diferentes entre España y el extranjero, y es la variedad tinta española con más nombres en nuestro país. En tierras castellanas se habla de tinto fino, tinta de Toro y tinta del país; en la región manchega es la cencibel; ull de llebre u “ojo de liebre” en Cataluña, entre las más habituales. Entre sus sinónimos fuera del país se pueden añadir la portuguesa tinta roriz; malvasía nera o santo stefano italianas, valdepeñas en Estados Unidos o Grenache de Logroño en Francia.
En general, hay que tener en cuenta que la mayor parte de las variedades vinícolas cuentan con ‘gemelas’ (o primas hermanas) en otros países.
El género del nombre no implica diferencias
La garnacha puede encontrarse como tinto aragonés o roussillon. Luego, en Italia se conoce como alicante, y en Francia es la grenache. La uva garnacha tintorera se conoce también como Alicante Bouschet. En cuanto a la tinta cariñena, habitual en Aragón, tiene como sinónimos mazuelo (en el repertorio riojano) y samsó, ésta en las zonas vitícolas de Cataluña.
Eso en lo que afecta a algunas de nuestras tintas. Después, entre las blancas, la viura, que copa el territorio riojano, es sinónimo de la macabeo que emplean los catalanes. En cuanto a la airén se conoce también como manchega, valdepeñera, lairén o forcayet. La xarel.lo, entre las autóctonas principales de Cataluña, se denomina también pansa blanca en la D.O. Alella, y cartoixà en el Priorato; y ya en Mallorca, premsal blanc. La gaditana por antonomasia, que es la palomino fino, ha estado presente en las viñedos castellanos identificada como jerez; y en otros lugares, con la listán. Y la variedad malvasía es subirat en territorios como Penedès.
La lista podría continuar con otras muchas variaciones de los nombres de uvas más conocidos, pero hemos reparado en las más habituales. Aunque también es cierto que muchas no cambian el nombre aunque salten de región.
Lo que sí se produce en el caso de algunas uvas es que se las conoce con el nombre en masculino y femenino dentro del mismo territorio. Por ejemplo, loureiro-loureira; garnacho-garnacha; verdejo-verdeja; mazuelo-mazuela… Variaciones de género en el nombre que responden más a la costumbre popular de cada lugar que a diferencias reales. Es verdad que luego, desde el punto de vista enológico, pueden tener alguna pequeña diferencia, pero no porque no sean la misma variedad, sino por la impronta que marca el suelo y el entorno del que proceden.