Borgoña puede presumir de reunir bajo sus dominios grandísimos nombres del vino francés. Bodegas de renombre, con larga tradición y artífices de algunos de los más importantes vinos de Francia y sin duda del mundo. Borgoña –Bourgogne en francés– burdeos y Champagne son las tres regiones más reconocidas y prestigiadas del país galo.  
 

Borgoña es una región que podríamos definir de pequeño tamaño. Sus viñedos se localizan al norte del valle del Ródano, y ocupan casi 300 kilómetros que van desde el norte de Chablis (sin incluirlo) hasta el sur de la región de Mâcon… Puede entrar Lyon si se incluye la región de Beaujolais como una parte de Borgoña.  

 
Los vinos de Borgoña están muy condicionados por el terruño. Hay que tener en cuenta que el viñedo de esta pequeña región francesa se caracteriza por estar muy fragmentado, dividido en muchísimas zonas de producción. Hasta tal punto que algunas denominaciones se limitan a unas cuantas cepas, poco más. Aquí el suelo es el que da nombre al vino, y las denominaciones más pequeñas son en ocasiones las más prestigiosas.  
 

En Borgoña el terroir se conoce también como “clima” y refiere una parcela de viñas, bien delimitada, con su propia historia y favorecida por unas condiciones geológicas y climáticas concretas.  

Respecto a las variedades de uva más relevantes en esta región, el protagonismo se lo llevan la blanca chardonnay, una de las variedades más preciadas del panorama vitícola internacional (y la más plantada del planeta), y la tinta pinot noir. Junto a ellas, la tinta gamay es la más utilizada para la elaboración de los beaujolais, los vinos jóvenes de consumo inmediato con mucha tradición y tirón en Francia. 

La clasificación del viñedo en Borgoña 
 

Lo primero a recordar es que el viñedo de Borgoña es histórico porque se localiza en el mismo lugar que hace más de ocho siglos, y desde entonces está registrado. Ya en tiempos inmemoriales se trabajaban las parcelas por separado, y cada una tenía una designación y ofrecía sus niveles de calidad particulares en cada añada. Estos datos se recogían, permitiendo que estas parcelas ya estuvieran eran catalogadas. Desde entonces se mantiene el sistema de considerar cada parcela de forma individual, y de ahí que el ‘terroir' tenga tantísima importancia en Borgoña.  
 

A priori, el viñedo de Borgoña se distribuye en cinco zonas de producción diferentes. De norte a sur van desde Chablis al norte hasta Mâconnais al sur, en total una extensión de terreno de casi 30.000 hectáreas. Dichas zonas son: Chablis y el Grand Auxerrois (en Yonne); La Côte de Nuits y La Côte de Beaune (ambas en Côte d'Or); y después La Côte Chalonnaise y El Mâconnais, las dos en Saône et Loire.  

Luego, todo el viñedo está clasificado como Appellation d'Origine Contrôlée (A.O.C.), lo que es una excepción en Francia. Pero a partir de aquí comienza la complicación, porque la región cuenta con 84 AOC's a pesar de que tan sólo representa el 3% del suelo vitícola francés.  

Côte d' Or, la Borgoña ‘premium' 
 

La zona que se conoce como “Côte d'Or” acoge los viñedos que han dado fama mundial a la Borgoña. Se trata de una estrecha franja de colinas entre los municipios de Dijon y Chagny, y está dividida en dos partes: Côte de Nuits al norte y Côte de Beaune al sur (de doble tamaño que la primera), donde se asientan viñedos tan aclamados como Romanée-Conti, Corton, Montrachet, Corton Carlomagno, Chablis Grand Cru, Chevalier-Montrachet, Charmes-Chambertin, entre otros. 

Para contribuir a aclararlo, la pirámide de calidad del vino borgoñón quedaría así: en la base está la AOC Borgoña, que abarca a todo el viñedo. A partir de aquí, por encima estarían las denominaciones regionales; después las municipales o villages (en este caso el vino lleva el nombre del pueblo en el que se produce), y sobre esto se sitúan los viñedos premier cru y los grand cru.  

Un blanco y cuatro tintos de Borgoña 
 

Reseñamos cinco referencias para acercarse a esta región francesa, protagonizadas por sus variedades reinas. El primero, un blanco de chardonnay, uva cuya buena reputación se debe a su versatilidad para adaptarse a todos los terrenos, y que además se lleva bien con la barrica. La fermentación en roble tiene una larguísima tradición en Borgoña y se emplea en sus míticos blancos. 
 
En cuanto a los tintos, su fama está ligada a la uva pinot noir. En general, se puede hablar de vinos tintos aromáticos en los que destacan los frutillos del bosque y los recuerdos florales.  

Estas son algunas referencias representativas de una región, Borgoña, que lleva el terroir y sus viñedos por bandera. ¿Te atreves a probarlos?