9 alimentos que no maridan con el vino ¿O sí?
Seguro que has escuchado muchas veces que hay alimentos que no maridan con el vino, como las alcachofas o los espárragos. El problema reside en que estas y otras comidas tienen algunos componentes que no casan bien con los del vino. A veces reaccionan entre sí produciendo sabores desafortunados y otras, simplemente, son tan fuertes que anulan la percepción de la bebida.
Pero con un poquito de tesón casi nada es imposible. Veamos cuáles son estos alimentos que no maridan bien con el vino y si somos capaces de encontrarles pareja.
ALCACHOFAS
Las deliciosas alcachofas contienen cinarina, un componente químico que inhibe algunos receptores del gusto. ¿Cómo afecta esto a la percepción del sabor del vino? Hay a quien le sabe dulce y a quien le deja un regusto metálico.
Es cierto que comerlas con tinto es complicado, pero antes de caer en la tentación de “tirar de cerveza”, intenta emparejar las alcachofas con un blanco seco de chardonnay o sauvignon blanc, un fino, un amontillado o cava o champagne. Evita, eso sí, los vinos con mucho tanino y los dulces.
ESPÁRRAGOS
Con el ácido asparagúsico de los espárragos sucede como con la cinarina de las alcachofas: hace que el vino sepa metálico y también más astringente de lo que es en realidad, especialmente si es muy tánico.
El efecto no es tan pronunciado como el que producen ellas. Así que, además de con vinos blancos, los espárragos pueden combinarse con algunos tintos ligeros y frescos.
BERROS
Entre los alimentos que no maridan con el vino también están los berros. Y es que el ácido fórmico de esta hoja se pelea con los taninos del vino. Acentúa su amargor y nos hace percibirlo sumamente astringente. Manzanilla y fino de Jerez son buenas alternativas.
VINAGRE
El ácido acético eclipsa el sabor del vino. Para armonizar con vinagretas y, en general, recetas con mucho vinagre, una excelente elección son los olorosos secos, que concuerdan con sus notas aromáticas y contrarrestan su acidez.
Otra opción son los blancos criados en barrica y, para los devotos del tinto, uno joven. Si no te quieres equivocar, recuerda siempre que los rosados son bastante versátiles para los alimentos “imposibles”.
AHUMADOS
Especialmente si es fuerte, el sabor a humo tapa el del vino…y viceversa. Si escogemos un tinto intenso o con mucha crianza dominará el conjunto sin permitirnos apreciar las deliciosas notas ahumadas de la comida.
Podemos emparejar los ahumados con blancos aromáticos y bien frescos, como el fino y la manzanilla.
PICANTE
Las comidas picantes, tan comunes en culinarias foráneas como la china o la tailandesa, suponen todo un reto a la hora del maridaje.
Más que un sabor, el picante es una sensación. De hecho, se capta a través de los mismos receptores nerviosos que el dolor. La boca registra el picante a caballo entre el calor y la anestesia de las papilas gustativas. Afecta al gusto e incluso al olfato. Para disfrutar de este tipo de comida siempre puedes hacerlo con agua o cerveza. Pero si eres “de los nuestros”, selecciona un vino blanco frío y, si es espumoso, mejor.
ANCHOAS
Las anchoas son una bomba de sabor intenso y salado. Armonizarlas con vino es un auténtico ejercicio malabar, por lo que muchos se decantan por un vermú o una cerveza fresca. Incluso pueden hacer invisible a un buen champán. ¿La solución? Un rosado o un blanco seco y con cuerpo.
CHOCOLATE
El cacao contiene gran cantidad de taninos, como el vino. Al entrar en competencia, es fácil que los de uno neutralicen a los del otro anulando sus matices.
Por eso, cuanto más cacao contenga el chocolate, más taninos habrá de tener el vino para no quedarse en nada. Más que un caso de incompatibilidad de caracteres, con el chocolate es cuestión de definir bien los roles de la pareja.
El chocolate negro, con más del 70% de cacao, se puede combinar con vinos tintos intensos (cabernet sauvignon, syrah…) y con crianza. A medida que disminuye la proporción de cacao se pueden elegir tintos más suaves (merlot, pinot noir…), jóvenes e incluso blancos.
En el caso del chocolate blanco, que contiene mucha más grasa, los blancos y rosados conectan a la perfección. Ten en cuenta, además, que un vino dulce será una buena decisión si lo que buscas es la armonía.
HUEVO COCIDO
Si te preguntas qué alimentos no tomar con vino, los huevos no están entre ellos. Si son poché o están escalfados se entienden con el vino blanco; y fritos o en tortilla, incluso con el tinto.
Los hemos incluido entre los alimentos que no maridan con el vino por su versión cocida. El huevo duro adormece las papilas gustativas, impidiéndonos saborear el vino. Es un solterón recalcitrante y casi todos los esfuerzos por encontrar un vino que le vaya bien de pareja son inútiles. Si te empeñas —y nosotros nos empeñamos—, recurre a un cava aromático que supla en nariz lo que la boca no percibe y, de paso, limpie tu boca tras cada bocado.
Así que, aunque haya quien considere esta selección como la lista negra de los asesinos del vino, siempre habrá modo de enfrentarse hasta al alimento más ingrato.