Méntrida, la denominación toledana que busca su lugar
Castilla-La Mancha, como espacio vitícola, es la región más extensa y productiva de toda España. Se producen vinos en muchas zonas de las cinco provincias que la conforman. Y cada provincia, además, cuenta con denominaciones de origen propias, entre otras figuras. La toledana denominación de origen Méntrida es una de ellas. Se trata de una de las más pequeñas de las existentes en Castilla-La Mancha, pero está dispuesta a encontrar su sitio.
Méntrida como D.O. data de 1976 y en la actualidad la conforman 26 bodegas elaboradoras con una superficie de viñedo que supera en poco las 8.000 hectáreas y en las que intervienen 1.376 viticultores, según los datos oficiales de la propia Méntrida.
Variedades de uva en los vinos de Méntrida
La zona de influencia de la denominación mentridana se localiza al noroeste de la provincia de Toledo, al pie de la Sierra de Gredos. Aquí, la variedad tinta garnacha representa el 75% del total del viñedo. En su mayoría, son garnachas de viñas viejas plantada sobre suelos areno-arcillosos, con base de piedra caliza y pobres en materia orgánica, a una altura que oscila entre los 400 y los 600 m de altitud. Aunque existen municipios de La Sierra de San Vicente que alcanzan los 800 metros. En cuanto al clima, es de tipo mediterráneo-continental, seco y extremo.
Hay referencias históricas que aseguran que en Méntrida ya había viñas en el siglo XII lo que avala su trayectoria como territorio vitivinícola. Y si bien los mentridanos son dominios de la uva garnacha, desde comienzos del presente siglo, fruto del acuerdo en el Consejo Regulador, pueden participar en sus elaboraciones tintas variedades francesas como son la cabernet sauvignon, la merlot y la syrah.
En el caso de los blancos amparados por la denominación Méntrida, pueden componerse de albillo, viura, verdejo y las foráneas sauvignon blanc y chardonnay. Un abanico varietal al que han incorporado hace no mucho tiempo otras uvas: las tintas cabernet franc y graciano, y la blanca moscatel de grano menudo.
La nueva generación de vinos mentridanos
Méntrida como denominación tiene a día de hoy una nueva oleada de vinos de pueblo y de parcela que están llamando la atención. También es cierto que los proyectos cooperativistas han sido los responsables del mantenimiento y conservación de unas viñas históricas que sin su protección hubieran corrido peor suerte.
Es verdad que, a lo largo de los siglos, Méntrida se ha caracterizado por elaborar vinos tintos de alta graduación alcohólica, a partir de la variedad garnacha, dirigidos principalmente hacia la venta a granel. No obstante, este territorio toledano centra sus esfuerzos en este momento en poner en valor los vinos de una nueva generación de elaboradores, con el terroir en el centro de su discurso. Son bodegas con más o menos tradición en el territorio, que se alejan de las grandes producciones que identifican a algunas de las más populares denominaciones de Castilla-La Mancha. Y lanzan al mercado elaboraciones, por lo general, con grado y ricas en taninos, de perfil fresco, frutal y sabroso.
Algunas recomendaciones
Entre los vinos de Méntrida, las opciones son muchísimas. Aquí van tres que nos parecen muy interesantes por su magnífica relación calidad-precio.

De Bodegas Canopy, se trata de un blanco de garnacha blanca, variedad casi inexistente en la zona, fermentado la mitad en barricas de roble francés y la otra mitad en acero inoxidable. Después, tras una crianza de 6 meses con sus lías finas, este monovarietal es fresco y sedoso a partes iguales.

Jiménez-Landi El Corralón 2021
Un tinto de viñas viejas de garnacha situadas en la Sierra de Gredos, a 830 metros de altura, con un pequeño aporte de syrah y cabernet sauvignon que firma la pequeña bodega familiar Jiménez Landi. Trabajadas con criterios de viticultura ecológica y biodinámica, la fermentación maloláctica tuvo lugar en barricas, fudres, tinos de madera y depósitos de hormigón. Luego, ha tenido una crianza de diez meses.

Otra elaboración de Canopy, pero en su caso un top de la casa. Un tinto de garnachas de 90 años plantadas sobre suelos graníticos, de nuevo en el entorno de la Sierra de Gredos, en el municipio toledano de El Real de San Vicente. Un perfil de garnacha elegante, sutil y perfumada. Fermentado en fudres de 2000 litros, tuvo una posterior crianza de 18 meses en barricas.